Los Por Ques de cada dia

5 01 2008

La última vez que me dio por escribir fue por estas fechas hace un año, supongo que las navidades nunca me han sentado bien. Me doy cuenta de que mis amigos o la gente con la que salgo, no me echa en absoluto de menos durante las vacaciones. Pasa mi cumpleaños sin pena ni gloria (cada vez odio mas esa  fecha). Pasan los días y solo sabes de gente que quiere estudiar con alguien, que quiere contarte sus penas o sus alegrías pero no preguntan por las tuyas (muchos no las conocen). Te das cuenta de que no te necesitan. Cuando esto pasa, piensas que estas mas solo que nunca (o peor aun, que siempre lo has estado) y no quieres hacer nada con nadie. Te apetece desaparecer. Mandar a la mierda a todos. Pero encima eres tan cobarde, que ni siquiera lo haces. Así que te pudres por dentro, mientras tus amigos, te miran con cara de: hoy esta borde mejor le dejo en paz (con mucha razón). Pero algunos acaban por preguntar: ¿Que te pasa? Tu respuesta inicial es: Nada, no te preocupes, estoy de bajón, estoy cansado, me duele algo… Y ellos se lo creen, y te hacen caso. Lo que te consume aun mas por dentro. Te vas solo a casa y juras no volver a salir nunca mas con ellos. Pero con el tiempo pasan los días y te vas dando cuenta de la realidad:

  • Sí quieres que te llamen ¿por qué no llamas tu a la gente?
  • Sí quieres que tu cumpleaños sea especial ¿por qué no le das mas importancia?
  • Sí quieres que sepan sobre tus penas y alegrías ¿por qué no se las cuentas?
  • Sí te apetece mandarles a la mierda ¿por qué no lo haces?
  • Sí encima, preguntan por ti ¿por qué no les cuentas lo que sientes?

Conclusión: ¿Por qué no expresas lo que sientes?





Decepciones

5 01 2008

Pues si que empezamos bien el año.. ¿Que pasa cuando a Boro y aun amigo les gusta la misma chica? Pues que para ocultar su timidez y cobardía, Boro deja «educadamente» la chica a su amigo (no sin antes haberlo intentado torpemente). Pero en lo mas profundo de su ser mantiene la esperanza de que la cosa vaya mal y pueda recoger las migajas. Conclusión:

  • Si le va bien a su amigo, a Boro se le rompe el corazón y no puede ni mirar a su amigo a la cara sin sentir una punzada que le parte el corazón. Eso si, delante de la pareja se «alegrara» por los dos. Luego hay dos opciones: se alejará de la pareja con el tiempo para no seguir sufriendo o se hará amigo de la chica para conseguir aquello que el necesita sin ser su novio. En el último caso, la amistad con el chico posiblemente ira desgastándose.
  • Si le va mal, se alegra en lo mas hondo de su corazón, pero los «remordimientos» no le dejan ir a por la chica por no hacer daño a su amigo. Apoyara a su amigo sintiendo «lastima» por él. Por tanto, se alejará de la chica para no meter mas cizaña.

Es decir, o se aleja o mantiene una relación de amistad con la chica que no le dará mas que decepciones en el futuro. Hasta la fecha siempre se ha alejado en estos casos.





Mi personalidad

31 12 2007

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades. En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.

Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W.C.

¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!

Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.

¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo –me pregunto– todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?

El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia… de un de una falta de tacto…

Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de con temporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, coda una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquella desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, esta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abuse de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junta con las gallinas.

Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. E1 hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto mas insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y es per a r que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.

Oliviero Girondo





El espantapajaros

31 12 2007

No sé; me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! – y en esto soy irreductible – no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!

Está fue – y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Que me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Que me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronostico reservado? ¡ María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres… ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. «¡ María Luisa! ¡María Luisa!… y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Que delicia la de tener una mujer tan ligera…, aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes…la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

Oliviero Girondo





La Chimenea vuelve

29 12 2007

Tras acumular mucho trabajo, La Chimenea de Boro vuelve a la carga. He descubierto que en estas fechas me suele dar por escribir, en otras ocasiones he intentado obligarme a escribir a diario o semanalmente, pero en esta ocasión lo único que quiero es pasar el mal trago y espero que escribir un rato me ayude. Que viva la auto-terapia!